Yo siempre, salvo raras excepciones, te voy a aconsejar que, en la medida de lo posible, optes por el divorcio de mutuo acuerdo. Lo digo como abogada, como mediadora (titulación esta obtenida en el Instituto de Ciencias del Derecho ICIDE de Sevilla) y como persona.
Dicen que el refranero es fuente de sabiduría popular y es bien conocido aquel que reza "Más vale un mal arreglo que un buen pleito" ("A bad agreement is better than a good lawsuit", que dirían en los países de habla inglesa), sobre todo cuando el pleito podría prolongarse durante años y, como alguien dijo por ahí, el tiempo podría arruinar nuestra cosecha.
Ciñéndonos al tema de los divorcios, es mucho más rápido el de mutuo acuerdo que el contencioso, amén de más barato y con, generalmente, menos rencillas y disputas entre las partes. Y ni que decir tiene que es mucho menos traumático para todos cuando existen hijos comunes de por medio. Porque el vínculo con aquella persona con la que contrajiste matrimonio o mantuviste una relación sentimental se rompe pero SIEMPRE seguirás siendo padre o madre y, ni que decir tiene, que el bienestar de tu hijo o hija debe primar por encima de todo. Es vergonzoso que se utilicen a los niños como armas de venganza o como herramientas para obtener beneficio económico. Y hay quienes lo hacen, ¡ya lo creo!
Por estas y por muchas otras razones que emanan de nuestra experiencia, la mayoría de los abogados intentamos agotar todas las posibilidades de negociación entre las partes para que se negocie hasta llegar a un acuerdo que, cuando menos, sea lo menos perjudicial posible. Incluso, una vez iniciado el procedimiento de manera contenciosa, podemos reconducirlo a mutuo acuerdo, aunque para ello sean necesarias buenas dosis de esfuerzo y buena voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario